Muchos de los que nadamos habitualmente en cualquiera de las piscinas de este país nos encontramos en la situación de tener que entrenar solos. A veces no es fácil disponer de alguien que supervise o tener compañeros de entrenamiento cuyos horarios e incluso nivel de habilidad y motivación nos permitan coincidir.

Lo que puede parecer a priori un problema fundamentalmente de motivación, puede tener una serie de ventajas que compensen echarle “valor” y adquirir el saludable hábito de ir a la piscina a nadar.

  • Crear una autodisciplina

Trabajar la autodisciplina es de lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos. Conseguir empezar a realizar algo porque nosotros así lo decidimos sin la necesidad de un entrenador o jefe que nos apriete es una aptitud que nos hará ser más fuertes en cualquier aspecto de la vida. Esta facultad es la que nos permite ponernos objetivos.. ¡y conseguirlos!

  • Evitar distracciones

Es habitual observar nadadores parados en el fondo de la piscina hablando muy entretenidos descuidando lo que realmente les ha llevado allí. Lo ideal en un entrenamiento productivo es nadar con concentración plena durante toda la sesión, también respetar los descansos previstos y no alargarlos hará que aprovechemos mejor nuestro entrenamiento.

  • Facilitar y cumplir la planificación

Generalmente cada uno de nosotros tenemos un horario mejor o peor dependiendo de nuestras circunstancias de trabajo, personales, etc..

Si hemos de encajar nuestro entrenamiento con un grupo o con un compañero nos puede producir interferencias con otras labores tanto o más importantes que nuestro entrenamiento. Además un entrenamiento en un horario más favorable es más susceptible de ser realizado con lo que conseguiremos “fallar” menos a nuestro plan.

  • Aprender a ser nuestro propio entrenador personal

Es fundamental saber qué es lo que hay que hacer, conocer los aspectos técnicos de la natación que hemos de aplicar en nuestro estilo y esto lo podemos conseguir entre otras maneras a través de un curso intensivo de Total Immersion adquiriendo una serie de nociones para poner en práctica, una vez conseguido, entrenando solos, podemos aprender a auto entrenarnos con esos conocimientos sin ayuda de un entrenador personal y aunque es conveniente ser conscientes de lo que estamos haciendo y es más sencillo con alguien que nos eche una mano, hay diversas maneras de evaluar por nosotros mismos nuestras sesiones para seguir mejorando (métricas, sensaciones, vídeo) que nos harán ser aún mejores “auto-entrenadores”.

  • Evitar entrenar a un “ritmo” que no es el nuestro

Además de que cada nadador ha de trabajar unos aspectos técnicos concretos que pueden coincidir o no con los de los compañeros, entrenar con alguien que nada a un ritmo mayor o menor que el nuestro nos puede hacer que caigamos en el error de ir a su ritmo y no al nuestro, a veces incluso nos podemos ver obligados por el hecho de compartir calle y plan con miembros de nuestro grupo o club de un nivel distinto con la frustración que ello supone.

¿Os animáis a nadar solos?, os aseguro que vale la pena la echarle fuerza de voluntad por la gratificación que se obtiene.