Muchos nadadores hemos experimentado la sensación de nadar en la piscina con el “piloto automatico” conectado; se trata únicamente de nadar sin parar sin ningún objetivo (como mucho completar X largos) y sin pensar en nada o en algo que no tenga que ver con lo que estamos haciendo o incluso disfrutando de nuestra música favorita en nuestro mp3 acuático.

Este tipo de entrenamiento puede ser relativamente cómodo para cualquiera pero tiene dos grandes inconvenientes; no se mejora y no se disfruta, así que… basta!

Mejorar siempre

Si no tratamos de mejorar es evidente que no avanzaremos, cada entrenamiento hay que tomárselo como una oportunidad para mejorar, sólo así lo conseguiremos. Esta filosofía de trabajo “Kaizen” se consigue siendo conscientes de nuestro entrenamiento planificándolo y nadando centrándonos en algún punto de atención y recibiendo y evaluando sensaciones y resultados para mejorar nuestra técnica.

Disfrutando también

Puede parecer que el esfuerzo que supone tratar de mejora nos impida disfrutar de ello pero realmente ocurre todo lo contrario, si tratamos de mejorar, siempre que no seamos demasiado exigentes y que ello nos suponga estrés, entramos en una espiral en la que esa mejora se va consiguiendo y nuestro estilo se retroalimenta con ello haciéndonos disfrutar más y más.

¿Cuando sí podemos usarlo?

Si queremos experimentar esa sensación de que al nadar fluya nuestro nivel técnico perdiendo la conciencia de lo que estamos haciendo, existen ocasiones propicias para hacerlo, Una carrera  o travesía por placer en el mar es una buena ocasión para poner ese piloto automático y dejar que nuestra mente se ocupa de otros menesteres como la estrategia de carrera o en estar pendiente de las condiciones del mar, visualización, etc.., pero para desarrollar unas buenas competencias inconscientes, deberemos realizar nuestras prácticas y entrenamientos conscientes, algo totalmente opuesto al nado con el “piloto automático”.