La dirección incorrecta de la entrada de los brazos es uno de los defectos más habituales que cualquier nadador comete y que conlleva nadar haciendo “zigzag” en lugar de hacerlo siguiendo una línea recta, realizando un desgaste innecesario. Visualizar “raíles” nos ayudarán a entender mejor y a practicar eficazmente este aspecto técnico.

¿Que hacemos mal?

Dado que nuestra propiocepción en el agua es limitada (mucho más que en seco) no somos totalmente conscientes de la dirección de la extensión de nuestro brazo por lo que es habitual cometer el error de llevar el brazo “hacia adentro”

O dirigirlo “hacia afuera”.


Para ser conscientes del error (incompetencia consciente) y dada esa escasa propiocepción que nos impide saber hacia dónde se dirige ese brazo, conviene ver lo que hacemos; hay varias maneras de hacerlo:

– Una sería levantar la mirada (en condiciones normales nuestra mirada se ha de dirigir hacia abajo) por un instante, únicamente para ver la entrada de cada brazo.

– Otra sería recurrir a alguien que nos ayude desde el fondo de la piscina y mirándonos de frente pueda observar la dirección de la entrada del brazo y advertirnos de ella.

– La grabación frontal en vídeo desde fuera también detectará este error y nos ayudará a corregirlo.

En cualquier caso una buena opción es asistir a uno de nuestros cursos de Total Immersion donde detectamos este error frecuentemente y lo corregimos.

Que hay que hacer

Cuando introducimos y extendemos el brazo tras el recobro, la dirección de este ha de ser en línea recta y hacia adelante en la línea de los hombros, así todo nuestro cuerpo se dirige en ese sentido sin zigzaguear o desviarnos de la trayectoria.

Como hacerlo

Imaginaremos dos líneas rectas paralelas, ambas situadas una en cada hombro. Estas líneas paralelas serían como unos raíles y es en ellos donde hemos de introducir el brazo (en su orden; dedos-muñeca-codo) y extender el brazo a lo largo de esa trayectoria, manteniendo el resto del cuerpo alineado.

Un sencillo ejercicio consiste en partir de la posición de “supermán” tratando de colocar los brazos en la línea de los hombros, visualizando esos raíles imaginarios, levantándola mirada si hace falta. Una vez tengamos clara la línea a seguir, empezar a nadar centrados en ese punto de atención.

Nadar en los raíles es el primer paso para desplazarnos en línea recta y dirigir nuestros movimientos de la manera más correcta optimizando así nuestro esfuerzo.

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