Sí, podemos y debemos tratar de nadar como los grandes especialistas en moverse por el agua; los peces.

Pero antes vamos a ser conscientes de nuestras limitaciones, no nos parecemos lo más mínimo a los peces y nunca lo haremos a no ser que dentro de millones de años los polos se derritan y debido al cambio climático la tierra se encuetre totalmente cubierta de agua y nuestra especie haya sido capaz de sobrevivir y adaptarse al nuevo medio, algo bastante improbable.

En cualquier caso, hoy en día estamos a años luz de poder conseguir la agilidad y velocidad de los peces en el agua, ni siquiera los mejores nadadores del mundo se acercan lo mas mínimo, la comparación resulta ridícula;

 

La forma de nuestro cuerpo esta adaptado al medio terrestre que es en donde nos desenvolvemos, las largas extremidades nos permiten correr, saltar, trepar, agarrar, etc.. pero son un lastre en el agua. También podemos cambiar agilmente de forma nuestro cuerpo para satisfacer determinadas necesidades (agacharnos, tumbarnos, etc..) sin que el aire nos impida hacerlo, en el agua por el contrario cambiar de forma supone un gasto de energía considerable al ser casi 1000 veces más denso que el aire.

Aunque parten con ventaja dada su morfologia, lo que nos pueden enseñar nuestros amigos los pececillos es a realizar nuestros movimientos de manera lo más compacta posible y cambiar de forma lo justo y necesario.

Aplicando estos conceptos a la práctica de la natación, podemos tomar varias medidas para mantener un casco compacto y ser menos deformables en el agua.
Empezaremos por nuestro tronco, mantenernos alineados y solidarizar el movimiento rotatorio de cadera y hombros nos evitará la torsión y/o deformación del cuerpo. Aunque la clave como siempre esta en el equilíbrio, si conseguimos dominar este aspecto evitaremos realizar todo tipo de movimientos constantemente y deformarnos en exceso para mantenernos a flote.

En cuanto a reducir la amplitud de nuestros movimientos, es importante que nuestras extremidades inferiores se mantengan alineadas y no nos hagan arrastrarnos aún más, para ello, limitar la separación entre las piernas al realizar la patada es algo bastante necesario que debemos trabajar en nuestras sesiones como otro punto de atención más.

Un ejercicio que ayuda a tener la sensación de que minimizamos la amplitud de nuestros movimientos es nadar pensando en que nadamos dentro de un tubo y que las paredes de este impiden que realizemos una patada demasiado amplia o que el brazo lo llevemos demasiado bajo en la fase subacuática de la brazada.

Adelante, imitemos a los pececillos, así a lo mejor cuando nademos en el mar las medusas nos confunden y no nos pican.