Cuando queremos conseguir saber si lo estamos haciendo bien y si estamos mejorando, además de la supervisión de un entrenador, la grabación en vídeo, nuestras sensaciones, nuestro número de brazadas, etc. también podemos utilizar el reloj pero conociendo sus limitaciones.
Precaución, amigo nadador
El reloj puede ser un indicador de nuestros progresos aunque también puede ser un tanto traicionero. Cuando nadamos bien, es normal tener buenas sensaciones y también puede que mejoremos tiempos, pero también puede que esto no ocurra y que lo estemos haciendo bien (trabajando técnica a bajos ritmos), como también puede ocurrir que reduzcamos algo el tiempo y lo estemos haciendo mal (a ritmos demasiado altos descuidando técnica).
Partiremos de un principio; queremos nadar bien, nuestra prioridad es hacerlo de la manera más eficiente. Más que ganarle algún segundo a los 100 a base de forzar al máximo nuestro cuerpo y hacer un esfuerzo desproporcionado en cada sesión, queremos reducir tiempo a base de la mejora técnica, sin prisas y sin depender de nuestro estado físico; para siempre. Si hacemos series a tope mirando únicamente el crono y con el único objetivo de reducir el tiempo, puede que lo consigamos, pero reduciremos tiempo a base de explotar el físico en lugar de conseguirlo buscando un mayor recorrido a través de una mejora técnica, incluso esta se resentirá cuando lo estemos dando todo sin pensar en nuestra brazada. Ese no debe de ser nuestro objetivo. Si acaso para una mayor retroalimentación, mejor que un crono, podemos mejorar técnicamente en cada sesión contando brazadas o utilizando un “tempo trainer” en lugar del reloj para mantener nuestra longitud de brazada a mayores ritmos, así sí que estaremos priorizando la técnica, poniéndola a prueba a mayor velocidad. Tal vez no habrá tanto esfuerzo físico pero el esfuerzo de cuerpo y mente será más productivo y al mismo tiempo también nuestro físico mejorará, mientras priorizamos nuestra técnica.
No solo en natación
Esta medida del tiempo que no es del todo fiable, también se puede extrapolar a otros deportes en los que la técnica es fundamental. Cuando un futbolista chuta a puerta o cuando un tenista golpea la pelota, no buscan primero que esta vaya rápido sino que primero aprenden con técnica colocarla donde ellos quieren, luego le imprimen velocidad, porque si se pasan de fuerza con poca técnica no vale para nada. Estos deportes no se cronometran pero siempre gana quien suma puntos a base de colocar la bola en donde quiere con potencia y velocidad, igual que en una competición de natación de fondo parte con ventaja quien es más eficiente.
Los griegos ya lo sabían
Está bien saber nuestros tiempos pero sin acompañar estos con las sensaciones u otras maneras de evaluar nuestra técnica de brazada los datos no están completos. Profundizando un poco en los conceptos y filosofando un poco también podríamos comparar calidad y tiempo con el “kairos” y el “cronos”, los dos conceptos de la filosofía griega referidos al tiempo. Mientras el “cronos” era la medida cuantitativa del tiempo (nuestro cronómetro), el “Kairos” es la medida cualitativa, ese momento preciso en donde algo maravilloso sucede (esas sensaciones positivas cuando nadamos bien).
Después de esta parrafada filosófica, más que usar únicamente el reloj, debemos decantarnos por mejorar y tener las mejores sensaciones al nadar bien, al fin y al cabo nadamos para disfrutar ¿no?