Deslizar “dulcemente” por el agua es algo que distingue a un buen nadador de Inmersión Total, pero deslizar bien no significa deslizar más tiempo si bien es cierto que es más habitual y preocupante pecar por defecto que por exceso. De hecho alargar el deslizamiento nos puede servir como ejercicio para trabajar el equilibrio y la hidrodinámica, aunque en el nado habitual ajustemos el ”tempo” para evitar un exceso.

Un ejemplo de un ejercicio para trabajar el correcto deslizamiento consiste tratar de hacer el largo de la piscina con el mínimo número de brazadas posibles;

En este ejercicio no se trata tanto de alargar únicamente la fase de deslizamiento, sino de nadar a “cámara lenta” alargando todo el ciclo de la brazada centrándonos en hacer los movimientos con precisión a una frecuencia muy lenta.

– Si disminuye la velocidad drásticamente en la fase de deslizamiento es que no somos muy hidrodinámicos, no atravesamos el agua sino que nos “arrastramos” por ella.

– Si por el contrario logramos mantener la velocidad que nos han proporcionado los movimientos propulsores por un mayor tiempo y la deceleración se produce de una manera más gradual, tendremos un menor “arrastre” y seremos una embarcación más hidrodinámica.

Trabajando y mejorando esa fase de deslizamiento conseguiremos aumentar la velocidad o lo que es lo mismo disminuir la velocidad de deceleración en la fase no propulsiva de la brazada sin hacer más esfuerzo. Es más eficiente posicionarnos mejor en esta fase para deslizar mejor sin gastar energía que tratar de ganar velocidad en la fase propulsiva aplicando más fuerza que implique una mayor oposición del agua y por consiguiente un gasto energético mucho mayor.

En definitiva, deslizando mejor conseguimos velocidad sin esfuerzo.