Dado que a diferencia de los peces, nuestras extremidades inferiores son dos piernas con varias articulaciones, es conveniente tratar de conseguir que el movimiento y posición de estas sea lo más hidrodinámico posible, aquí van una serie de consejos;

Mantén las piernas altas

Lo primero que hemos de hacer es conseguir mantener las piernas lo más elevadas posible para que no tengamos que aumentar la frecuencia de pataleo con la consiguiente pérdida de hidrodinámica, para conseguirlo tenemos que tratar de mejorar nuestro equilibrio a través de; la posición de los brazos apuntando hacia abajo, la cabeza mirando también hacia abajo y una adecuada presión hacia abajo con nuestro pecho que actúa como «boya».

Usa la patada de dos tiempos

En una entrada anterior ya tratamos el asunto; sincronizando la patada con la extensión del brazo y el movimiento de cadera conseguimos que la patada no solo ayude con el movimiento propulsor sino que a la vez no afecte negativamente a nuestra hidrodinámica.

Da la patada desde la cadera

Cuesta conseguirlo pero como todo, se consigue a base de practicarla, si tratamos de dar la patada desde la cadera en lugar de hacerlo desde las rodillas, las piernas se mantendrán más rectas mientras hacen su trabajo de ayuda a la rotación.

Da forma a la planta del pié

Es habitual encontrar nadadores con un tobillo demasiado rígido que les hace mantener el empeine en angulo recto que actúa como freno. Es aconsejable hacer los estiramientos adecuados para ir corrigiendo y adquiriendo flexibilidad poco a poco, mientras tanto, apuntar con los dedos hacia atrás o pensar en dar un «latigazo» que acaba en la punta del pie nos puede ayudar también a un mejor posicionamiento del pie.

Usa una patada compacta

Cuanta menos amplitud tenga el movimiento de nuestras piernas, mas hidrodinámicos seremos, fijémonos en los maestros del agua, y no hablo de Phelps, sino de los peces, ninguno se deforma exageradamente para propulsarse.

Olvida la fuerza

La prioridad de la patada es ayudar en la rotación de la cadera creando las mínimas turbulencias y arrastre, hasta que no lo consigamos, el grado de fuerza que apliquemos es secundario.